Adultas y adultos mayores que dedicaron su vida a la
formación y enseñanza universitaria de miles de jóvenes son convocados dos días
a la semana al auditorio de la Oficina de Planificación del Sector
Universitario (Opsu) y en diversas universidades del país, para recibir
información y registrarse en el Sistema Petrorinoco, siendo el primer paso para
cobrar sus prestaciones sociales e intereses devengados. Entre gratas
conversaciones con viejos amigos y compañeros, agradecen al Gobierno
Bolivariano por cumplir su deber y devolver las esperanzas perdidas.
Julio Vivas, jubilado en 2009 de la Facultad de
Ciencias de la Universidad Central de Venezuela (UCV), cuenta que, aunque no ha
salido en los listados, aprovechó la oportunidad para registrarse mientras
acompaña a otro compañero jubilado con problemas de salud: “Hay que tener
paciencia porque hay otros casos que ameritan rapidez”. Asimismo, aclaró que
“el gobierno le cumple a todos, aquí no se pide carné político porque es un
derecho”.
Se refirió a Europa y su crisis social como el ejemplo
del impacto que pueden llegar a tener las medidas del Fondo Monetario
Internacional (FMI), “que ya las vivimos aquí en 1989 y toda América Latina en
los últimos 20 años del siglo XX. Los europeos la viven ahorita en carne
propia, están mermando todos sus derecho sociales y la gran diferencia es que
aquí en Venezuela pasa todo lo contrario”.
A propósito del pago de esta vieja deuda, el docente
jubilado analizó un fenómeno social que se genera en un sector de la población:
“Existe un proceso de ilusiones y de engaño en la mente que hace que, primero,
la clase media tuviera miedo cuando la Revolución empezó a cumplir con el pago
de la deuda social -la teníamos con 80% de la población en pobreza y pobreza
crítica-; la gente invisibilizada durante todo el proceso de capitalismo y
durante la IV República, no tenían documento de identidad, no tenían acceso a
las universidades, a la vivienda, a créditos, a la alimentación ni a la salud;
entonces, en el momento en que el Gobierno Bolivariao les responde, esa clase
media se confunde, piensa que algo se le quitará y se aferra a lo que fue un
privilegio; cuando dejan de existir los privilegios porque hay una proceso de
democratización, se genera un miedo”. Agregó que los medios de comunicación
ayudan a agudizar este fenómeno social con propaganda política engañosa.
Asimismo, Carlos Oviedo, jubilado de la Universidad “Simón
Bolívar” (USB), declaró que el proceso de registro le pareció excelente: “Todo
está bien gracias a Dios y a este Gobierno, porque estuve abogando por mucha
gente amiga que salió jubilado hace más de 15 años y no cobraban. La diferencia
es del cielo a la tierra, antes decían que era una deuda impagable y sí se
podía, lo que pasa es que el dinero que ingresaba por la venta del petróleo, se
lo quedaba un grupito de personas y no dejaban para más nadie”. Agregó que
usará el dinero para terminar de pagar su camioneta y ayudar a su hija a
comprar un apartamento.
Igualmente, Asalia Venegas, jubilada de la Escuela de
Comunicación Social de la UCV en 2005, expresó su reconocimiento a la ministra
para la Educación Universitaria y vicepresidenta para el Área Social, Yadira
Córdova; a Tibisay Hung (Opsu) y a otras instituciones como Pdvsa y los
ministerios para el Trabajo y la Seguridad Social, y Planificación y Finanzas,
por “hacer justicia (...) confío totalmente en el Sistema Petrorinoco. Soy
periodista y me informé muy bien sobre el sistema de pago y sé los beneficios.
Quizás haya personas que tengan dudas, pero mis compañeros y compañeras no han
hecho comentarios adversos y están contentos”. Además, compartió que con el
dinero ayudará a su hijo mayor para solucionar algunas premuras económicas.
Por su parte, la ex vicerrectora administrativa de la
UCV, Elizabeth Marval, quien luego de 36 años ininterrumpidos en esta casa de
estudios se jubiló en 2008, comentó que ya cobró las prestaciones en 2009 y
ahora recibirá el pago de los intereses: “Creo que hay que hacer un
reconocimiento al esfuerzo que ha hecho el Mppeu y las mismas universidades,
porque no es un trabajo fácil cancelar al personal administrativo y docente esa
gran deuda y ojalá se continúe así. Pienso comprar un carro, porque el mío está
viejo y ya no lo aseguran, hacer arreglos en la casa y en la de mi hija (...)
es una realidad, tengan paciencia”.
Finalmente, Rafael Asturiza, natural de
Argentina, llegó a Venezuela en 1978 huyendo de la dictadura militar impuesta
por Jorge Videla y hoy, al ser beneficiado por el Sistema Petrorinoco, este
profesor de Ciencia en Computación de la UCV jubilado en 2001, contiene las
lágrimas al expresar: “Uno daba esa plata por perdida y realmente es una
sorpresa grata. En mi caso no son las prestaciones sino los intereses; es un
como un regalo del cielo. Me recibió muy bien Venezuela, son 34 años y tengo la
vida dividida entre los dos países. Con el dinero puedo ir con más frecuencia
para Argentina, porque tengo mis nietas y no las veo tan seguido como quisiera,
probablemente sirva para acortar las distancias”.
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