A 9 meses de la puesta en marcha la Oficina de “Atención al
Soberano”, de la
Corporación Venezolana de Alimentos (CVAL), adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras,
116 casos de personas con diferentes patologías médicas y que carecen de
posibilidades económicas para costear tratamientos o costosas cirugías, han
obtenido, en tiempo record, ayudas oportunas por parte de este ente del Estado
venezolano.
CVAL, apegado a las leyes que rigen al pueblo y en
atención a lo establecido en el
reglamento de la Ley
de Contrataciones Públicas, específicamente en el artículo número 41, que establece
las modalidades del Compromiso de Responsabilidad Social, brinda ayudas
socioeconómicas a la comunidad siguiendo con los parámetros del antes
mencionado artículo.
La Responsabilidad Social es un aporte que debe ejecutar cualquier proveedor
que tenga algún tipo de compromiso financiero con el Estado, genere un servicio
o bien a cualquier órgano de la administración pública. Es decir que aquellos proveedores cuyos compromisos superen
las 2.500 unidades tributarias, lo que equivale a 267.500 Bs., debe cumplir con
el compromiso de Responsabilidad Social.
El artículo 41 del reglamento de dicha ley establece: “1.
La ejecución de proyectos de desarrollo socio comunitario, 2. La creación de
nuevos empleos permanentes, 3. Formación socio productiva de integrantes de la
comunidad, 4. Venta de bienes a precios solidarios o al costo, 5. Aportes en
dinero o especies a programas sociales determinados por el Estado o
instituciones sin fines de lucro y 6. Cualquier otro que satisfaga las
necesidades prioritarias del entorno social del órgano o ente contratante”.
Es importante resaltar que la Oficina de “Atención al
Soberano”, tiene como objetivos principales promover
la participación ciudadana; suministrar y ofrecer de forma oportuna, adecuada y
efectiva, la información requerida; apoyar, orientar, recibir y tramitar
denuncias, quejas, reclamos, sugerencias y peticiones; y en general, resolver
las solicitudes formuladas por los ciudadanos.
Tal es el caso de Rosa Elena Ramos, una jovencita de
23 años de edad, estudiante del cuarto semestre de control de calidad en la Universidad Politécnica
Territorial Andrés Eloy Blanco, secretaria de un establecimiento de venta de granos al mayor y de tal, madre
soltera y sostén de familia, a quien se
le exigía una cuantiosa suma de dinero en diferentes clínicas de la ciudad de
Barquisimeto, para costear gastos para una delicada intervención la cual debía
ser sometido su pequeño y único hijo de 2 años de edad.
Pablo Alejandro Pintos Ramos, a quien cariñosamente sus
familiares y vecinos del barrio Ruíz Pineda I, le llaman “Pablito”. Desde los
cinco meses de gestación, batalla con una afección en el riñón derecho.
Su progenitora, Rosa Elena, asegura que fueron muchas
las puertas que tocó desde los cinco meses de embarazo cuando a través de un
eco 3D, el especialista que controlaba la evolución de su hijo, diagnosticó que
el indefenso bebe presentaba una dilatación en el riñón derecho.
Esta joven luchadora recuerda que los presupuestos
consultados en los diferentes centros médicos privados de la capital larense,
sobrepasaban exageradamente sus ingresos, los mimos que también utiliza no sólo
para costear sus gastos y los de su hijo, sino también los de su mamá y sus dos
hermanas, una de ellas, con necesidades especiales.
A mediados de 2012, uno de los varios especialistas
que atendió a “Pablito”, le advirtió que no debía pasar mucho tiempo para
operarlo, pues corrían el riesgo de verse obligados a extraer el riñón
afectado; y desde entonces someter
al pequeño a estrictos tratamientos
seguidos de rígidas dietas permanentes, procedimientos que afectarían
notoriamente su normal crecimiento.
“Sentí que el mundo se me venía encima, creí por un
momento que mi vida acababa ahí, yo no contaba con los 43 mil Bs. que me exigía el presupuesto más bajo”, dijo
con la voz entrecortada mientras recordaba que al visitar algunas dependencias,
algunos le cerraron las puertas y otros simplemente, le respondían que debía
esperar.
En agosto de ese mismo año acudió a la oficina de Atención
al Soberano, luego de que una vendedora de azúcar, o “un ángel” como ella misma
la llamó, le alertara sobre la
existencia de CVAL y de la ayuda que éste podría brindarle si se atrevía a
tocar sus puertas.
Resaltó que la respuesta de esta empresa que a diario
trabaja en pro de la soberanía alimentaria, fue rápida y oportuna, “Un mes
después me llamaron para decirme que podía contar con la ayuda de CVAL”,
comentó.
“Siempre he pensado que con fe pueden lograrse muchas
cosas; y yo confié en CVAL desde un primer momento, que dios los bendiga por
tanto apoyo”, finalizó.
Hace muy poco, “Pablito” fue intervenido quirúrgicamente en
el Hospital Rotario. Después de tanto buscar, Rosa Elena con ayuda de un
personal capacitado que a diario labora en la oficina de Atención al Soberano,
consiguió un precio menos elevado para solucionar en gran parte la patología
que afectaba la vida de su hijo. Los especialistas aseguran que la recuperación
en su totalidad del indefenso “Pablito”, depende del cuidado y alimentación de
su progenitora en los próximos meses.
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