martes, 30 de octubre de 2012

Buscan evidencias directas de la caza de mastodontes por humanos



¿Los seres humanos cazaban mastodontes hace más de 20 mil  años? ¿Es cierto que preferían capturar estos mamíferos porque suponían reserva de carne por un largo período? ¿O simplemente eran presas inalcanzables?

Esas interrogantes no han podido ser respondidas con certeza por la ciencia, a pesar de que los nuevos hallazgos se acercan cada vez más a la resolución de la duda.

Estudios de prospección geológica e información de pobladores del estado Lara permitieron encontrar piezas dentales de un mastodonte juvenil y de otro individuo de mayor edad, junto a una piedra trabajada por el hombre. El hallazgo se realizó en un lugar situado entre Carora y Barquisimeto, gracias a excavaciones efectuadas por el Dr. Ascanio Rincón y el ingeniero Andrés Solórzano, investigadores del Laboratorio de Biología de Organismos del Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).

La roca tallada data de la misma época de los restos de mastodonte, pues en ambos se encontró el mismo material sedimentario” explicó Rincón. Sin embargo, aun no se ha descubierto evidencia directa para determinar que el mamífero haya sido cazado con el fin de alimentar a las primeras poblaciones humanas, a pesar de que la presencia de herramientas sugieran que ambas especies convivieron.

Todavía falta camino por recorrer para aclarar el panorama. “Tenemos vestigios indirectos de la relación por la aparición de los instrumentos, pero no hemos hallado puntos de percusión en huesos de mastodonte que nos indiquen si efectivamente el hombre usaba las herramientas para destazar animales, produciendo heridas en los huesos que se pudieran apreciar hoy” detalló el paleontólogo.

Durante las excavaciones efectuadas en el año 2009, inscritas en el proyecto Paleomapas del IVIC, también se localizaron dientes de caballos, así como fósiles de macrauquenias y gliptodontes, que conformaban parte de la mega fauna que, según las evidencias, habitaba en Venezuela entre 27 y 10 mil años atrás aproximadamente.

Dichos restos fueron encontrados entre tres y cuatro metros de profundidad  encontrados por la población cercana, que desconocía la existencia de los fósiles y excavaron para aprovechar los recursos acuíferos en la siembra.

Todavía se desconoce la edad exacta de los fósiles. Para ello, serán sometidos a pruebas de carbono-14, ya que este isótopo se encuentra en todas las muestras orgánicas con menos de 45.000 años de antigüedad. De igual manera, no se ha podido determinar a qué especie pertenecen estos individuos, labor que amerita más evidencias. Sin embargo, se presume que pudiese tratarse del Stegomastedon waringi, diseminada en la parte norte de Suramérica, según lo refiere la literatura.

La custodia legal de los especímenes pertenece al IVIC actualmente, por cumplir con las condiciones establecidas para protegerlos, tal como se estableció en providencia del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), ente regulador de la materia en Venezuela.

Asentamientos criollos
Los mastodontes, clasificados taxonómicamente en el género Stegomastedon, fueron mamíferos herbívoros de origen Norteamericano y con características similares al elefante actual. Se presume que aparecieron en La Tierra hace aproximadamente 45 millones de años y llegaron al continente a través de las conexiones entre los continentes generadas por el descenso del nivel del mar, evento que ocasionó el congelamiento de los cuerpos de agua.

El Stegomastedon, cuyo cuerpo estaba recubierto por pelo grueso, formó parte de las especies de fauna que recorrían la geografía venezolana en búsqueda de alimento.

Imaginar a estos animales atravesando con sus gruesas patas las tierras de la actual Sierra de Perijá, en el estado Zulia, así como los territorios de Falcón, Lara y Monagas, es posible gracias a los aportes de los resultados de las investigaciones paleontológicas.

Nuestro deseo es continuar con las investigaciones y excavaciones en el sitio, porque el propósito final de estos trabajos es mostrarle a los venezolanos cuál es su patrimonio histórico, para que conozcan de dónde proviene la flora y fauna actual” afirmó Rincón, quien advirtió que esta información es imprescindible para poder predecir cómo se comportarán los ecosistemas y las especies ante los posibles cambios climáticos.

El análisis de estas piezas puede demorar algunos años, si se toma en cuenta que además de documentarlas con la literatura disponible, se necesitan hacer comparaciones con fósiles similares resguardados en museos en otras partes del mundo.






 

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