¿Los seres humanos cazaban mastodontes hace más de 20 mil años? ¿Es cierto que preferían capturar estos
mamíferos porque suponían reserva de carne por un largo período? ¿O simplemente
eran presas inalcanzables?
Esas interrogantes no han podido ser respondidas con certeza por
la ciencia, a pesar de que los nuevos hallazgos se acercan cada vez más a la
resolución de la duda.
Estudios de prospección geológica e información de pobladores del
estado Lara permitieron encontrar piezas dentales de un mastodonte juvenil y de
otro individuo de mayor edad, junto a una piedra trabajada por el hombre. El
hallazgo se realizó en un lugar situado entre Carora y Barquisimeto, gracias a
excavaciones efectuadas por el Dr. Ascanio Rincón y el ingeniero Andrés Solórzano, investigadores del
Laboratorio de Biología de Organismos del Centro de Ecología del Instituto
Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).
“La
roca tallada data de la misma época de los restos de mastodonte, pues en ambos
se encontró el mismo material sedimentario” explicó Rincón. Sin embargo, aun no
se ha descubierto evidencia directa para determinar que el mamífero haya sido
cazado con el fin de alimentar a las primeras poblaciones humanas, a pesar de
que la presencia de herramientas sugieran que ambas especies convivieron.
Todavía falta camino por recorrer para aclarar el panorama.
“Tenemos vestigios indirectos de la relación por la aparición de los
instrumentos, pero no hemos hallado puntos de percusión en huesos de mastodonte
que nos indiquen si efectivamente el hombre usaba las herramientas para
destazar animales, produciendo heridas en los huesos que se pudieran apreciar
hoy” detalló el paleontólogo.
Durante las excavaciones efectuadas en el año 2009, inscritas en
el proyecto Paleomapas del IVIC, también se localizaron dientes de caballos,
así como fósiles de macrauquenias y gliptodontes, que conformaban parte de la
mega fauna que, según las evidencias, habitaba en Venezuela entre 27 y 10 mil
años atrás aproximadamente.
Dichos restos fueron encontrados entre tres y cuatro metros de
profundidad encontrados por la población
cercana, que desconocía la existencia de los fósiles y excavaron para
aprovechar los recursos acuíferos en la siembra.
Todavía se desconoce la edad exacta de los fósiles. Para ello,
serán sometidos a pruebas de carbono-14, ya que este isótopo se encuentra en
todas las muestras orgánicas con menos de 45.000 años de antigüedad. De igual
manera, no se ha podido determinar a qué especie pertenecen estos individuos,
labor que amerita más evidencias. Sin embargo, se presume que pudiese tratarse
del Stegomastedon waringi, diseminada en la parte norte de
Suramérica, según lo refiere la literatura.
La custodia legal de los especímenes pertenece al IVIC
actualmente, por cumplir con las condiciones establecidas para protegerlos, tal
como se estableció en providencia del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC),
ente regulador de la materia en Venezuela.
Asentamientos criollos
Los mastodontes, clasificados taxonómicamente en el género Stegomastedon,
fueron mamíferos herbívoros de origen Norteamericano y con características
similares al elefante actual. Se presume que aparecieron en La Tierra hace
aproximadamente 45 millones de años y llegaron al continente a través de las
conexiones entre los continentes generadas por el descenso del nivel del mar,
evento que ocasionó el congelamiento de los cuerpos de agua.
El Stegomastedon, cuyo cuerpo estaba recubierto por pelo
grueso, formó parte de las especies de fauna que recorrían la geografía
venezolana en búsqueda de alimento.
Imaginar a estos animales atravesando con sus gruesas patas
las tierras de la actual Sierra de Perijá, en el estado Zulia, así como los
territorios de Falcón, Lara y Monagas, es posible gracias a los aportes de los
resultados de las investigaciones paleontológicas.
“Nuestro
deseo es continuar con las investigaciones y excavaciones en el sitio, porque
el propósito final de estos trabajos es mostrarle a los venezolanos cuál es su
patrimonio histórico, para que conozcan de dónde proviene la flora y fauna
actual” afirmó Rincón, quien advirtió que esta información es imprescindible
para poder predecir cómo se comportarán los ecosistemas y las especies ante los
posibles cambios climáticos.
El análisis de estas piezas puede demorar algunos años, si se toma
en cuenta que además de documentarlas con la literatura disponible, se
necesitan hacer comparaciones con fósiles similares resguardados en museos en
otras partes del mundo.
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